Inteligencia Emocional en los niños

Alineándonos con Mamá Educadora y su publicación sobre emociones, he querido profundizar en el tema de la “inteligencia emocional” de los niños. Quiero aclarar que la palabra inteligencia no termina de convencerme, porque me hace pensar en algo muy abstracto y prefiero utilizar, en mi cotidianidad, la palabra capacidad, pero continuaremos con la misteriosa “inteligencia” para referirnos a cuando entendemos, reflexionamos, creamos y usamos lo que hemos aprendido para resolver problemas.

Cuando nacemos resolvernos nuestros problemas con llanto, pero a medida que crecemos adquirimos la capacidad de detectar nuestras emociones, darles una vuelta, ver que pasa con ellas, damos posibles soluciones o solo las disfrutamos, dependiendo de lo que estemos sintiendo. Pero sabemos que hoy en día nos podemos encontrar con adultos pobres de inteligencia emocional y que varios se saltan estos procesos. Es por esto que se vuelve fundamental trabajar las emociones con los niños, tampoco queremos adultos altamente eficientes emocionalmente, si no que todos podamos gestionar nuestras emociones para estar tranquilos con nosotros mismos y con nuestro entorno.

inteligencia emocional

Desde hace algunas décadas las emociones se volvieron fundamentales y juegan un rol fundamental en el aprendizaje y es por eso que la Unesco en 1996 masifica el informe Delors que contiene los 4 pilares fundamentales para el desarrollo del aprendizaje emocional y social, que son:

Aprenden a conocer un poco de cultura general con conocimientos de diversas materias de interés, lo que da paso: aprender a aprender para aprovechar la educación a lo largo de la vida.

Aprender a hacer no solo adquirir la teoría, sino que una competencia que permita desenvolverse en diversos contexto y trabajo en equipo.

Aprender a vivir desarrollando la comprensión por los otros y diversas perspectivas para tratar conflictos y proyectos, respetando pluralismo, comprensión mutua y paz.

Aprender a ser en pos de una mejor personalidad para obrar con juicio, autonomía y responsabilidad para no menospreciar a los otros en las diferentes posibilidades de cada uno.

Goleman, quien habla sobre inteligencia emocional en sus textos, expone que las emociones acompañan a nuestra parte racional al momento de tomar decisiones, también indica que cuando es momento de enfrentar momentos difíciles y actividades importantes las emociones llevan todo esto al intelecto, es decir toma lo mejor de lo racional y lo emocional para optar por una mejor decisión, y todo esto sucede en microsegundos cuando somos adultos, pero para los niños que están recién aprendiendo qué son las emociones pueden resultar abrumadoras y sin significado por la poca experiencia. Para este autor los componentes de la inteligencia emocional son:

  • Conocer nuestras emociones, esto involucra ser capaces de reconocer sentimientos implicados en todas nuestras actividades, detectarlas e incluso verbalizarlas.
  • Manejar las emociones, lo que involucra tomar decisiones respecto de lo que se está sintiendo y operarlas dependiendo del contexto en el que se encuentre.
  • Motivarse, recordemos que esto es un conjunto de procesos que se relaciona con la conducta, por lo que cuando se tiene claridad de las propias emociones, la motivación la acompaña en el logro de un objetivo propuesto.
  • Reconocer las emociones en otros, ser empáticos con las emociones de los otros, ya que además de mejorar las relaciones personales, quién es empático logra conocer de mejor manera sus propias emociones.
  • Y entablar relaciones, ya que cuando se logra esto, es posible también manejar las emociones de los otros (en el buen sentido) y lograr seguridad al momento de manejar nuestras propias emociones.

Es aquí donde debemos apoyar el trabajo reflexivo respecto de lo que sienten y podemos ayudarles preparando un rincón… ¿Qué? Les cuento que de inspiración Montessori, disciplina positiva y algo de meditación, se crean espacios en donde los niños puedan reflexionar o calmarse en tranquilidad, olviden la imagen de un niñ@ en un rincón mirando a la pared, es más bien conectarme con mi tranquilidad y lo que estoy sintiendo. Le llaman rincón de la calma, mesa de la paz o espacio de la tranquilidad, cada uno le pone el nombre que quiera. Los mismos niños pueden decorar el espacio e ir incluyendo los elementos que consideren necesarios para aquellos momentos. Este espacio puede ser personal o compartido con la familia (ya que a veces los adultos también necesitamos calma) y lo importante de que sea un lugar físico al que se pueda recurrir, es que hace que los niños se sitúen ahí con otra postura y logren enfriar la emoción para descubrir cuál es y qué hacer con eso.

En lo personal nuestro rincón de la tranquilidad es una caja de mimbre puesta en un rincón del espacio de juegos (puede ser en una habitación o lugares comunes de la casa, incluso el baño) y contiene: un frasco de la calma, hojas blancas y lápices, un par de libros que hablan sobre emociones, un timer y una campanilla. Estas dos últimas cosas son para cuando los niños o adultos están ofuscados y necesitan una conversación sin alteraciones, se programa el timer (que es un pollito de esos para controlar el tiempo de preparación de alimentos en la cocina) y cuando termina el turno de uno, puede hablar el otro, la campanilla es para detener la conversación si se requiere tiempo para procesar la información. Claro que esto es un escenario ideal y a veces es difícil de sobrellevar, pero es un buen ejercicio para enseñar a los niños a tomar turnos y pensar antes de hablar.

Pueden buscar por ahí ideas para un espacio de la calma: tener a mano un pulverizador con un aroma agradable, una manta para taparse, libros de mandalas, un peluche que sea agradable al tacto, un reloj de arena, libros, algo para soplar, elemento antiestrés, láminas con caras que representen emociones, y una alfombra o puff que permita sentarnos cómodamente

Finalmente, es fundamental mostrar a nuestros niños que se deben aceptar todas las emociones y saber que se pueden manejar de distinta forma. Aquello que nos hace felices, nos causa impacto o nos frustra resulta ser normal, ante ciertas circunstancias, por lo que no está mal sentirlas. Es importante mencionar, también, que no se puede entrenar a los niños en esto de las emociones, porque no es competencia por quien lo hace mejor, sino que es un trabajo interno para que el propio niño se sienta en paz con el manejo, nivel de importancia o decisión tomada. Nosotros como adultos debemos dar el ejemplo, y ser guías en la gestión de esos momentos en que nuestros niños no logran poner una emoción a lo que sienten.


maca-rojas

Escrito por, Maca Rojas, docente universitaria. Mamá primeriza y aprendiz de este nuevo rol. Su nuevo mundo lo integran la pequeña Maite, su amado Marco, hijos perrunos y una eriza de tierra arisca. Inquieta, habladora y entusiasta. Colaboradora en el Blog Mamá Educadora.com

Encuéntrala en su blog: www.mamamillennial.cl

 

 

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